Al escribir esta ucronía, no había nada más complicado que sustraerse de un personaje tan significativo como Adolf Hitler. ¿Qué destino podía depararle el cambio que había realizado en la historia conocida? Al plantear una Alemania que permanecía gobernada por la monarquía y sin un parlamento electo, cerraba las puertas a su conversión en Canciller. Aún más, en el universo de «El Secreto…» se establece que los movimientos sociales han sufrido un severo retroceso bajo el control de éste poder autoritario, por lo que los partidos políticos quedan reducidos a un segundo plano de importancia. Relegados a una voz sin poder de acción.
Sin embargo, lo que parece claro cuando se lee sobre el personaje es que no era una persona capaz de permanecer sin más en un plano de insignificancia. Si en la «historia real» logró dominar la voluntad de millones de personas, organizando un gobierno totalitario, obviarle no me pareció un recurso legítimo. Por eso, tenía que encontrar la manera de incluirle en el trasfondo de la novela de un modo que resultase plausible.
Aún así, me enfrentaba a otro problema. Incluso siendo un gran aficionado a las películas de Indiana Jones, convertir a Hitler o los nazis en parte integrante de la trama era, a todas luces, un recurso demasiado manido. Por eso, recurrí a hacer aparecer al personaje de soslayo. No se le nombra directamente, si no que surge en la historia como el estereotipo de político que hemos conocido por las crónicas de la época. Éste formato me pareció el más acertado, al reutilizar un aspecto histórico del personaje: la entrada en política a través de su experiencia como veterano de la Gran Guerra. Me pareció muy apropiado, teniendo en cuenta la situación que he planteado para la desencantada Austria-Hungría posterior al conflicto, y una manera simpática de presentar éste trasfondo.
Quizás dentro de la dinámica de novela histórica actual, en la que se recrean a éstos personajes hasta niveles muy complejos, la fugaz aparición de uno de los políticos más influyentes del s.XX se considere un ejercicio literario menor. Pero, por mi parte, supuso un momento divertido el escribir esa escena. Y, aunque no creo que a nadie le pase inadvertido, puede ser un interesante juego de «agudeza visual» para quienes hayan leído éste blog.